CONOCE A LAS SOCIAS

Anna Corrons tiene 62 años, y hace ocho que forma parte de Sostre Cívic. Es madre y abuela, y pensionista después de una vida profesional en la administración pública. Desde 2015 forma parte de Can 70, la que será la primera vivienda cooperativa senior de Barcelona, ​​que tiene previsto empezar la construcción de su edificio en el barrio de Sarrià este 2024.

 

CUATRO COSAS

  • Lugar favorito de casa

    La sala comedor
  • Tu refugio después de un mal día

    leer
  • Recomendación cultural

    Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura
  • Lo mejor de tu pueblo

    La mesa comunitaria
  • Alguna manía en casa

    Me gusta que esté limpia. Y me gustaría que tocara un poco más el sol
  • Cómo llegaste Sostre Cívic?

    Me interesé por tener un envejecimiento compartido con más gente, ya partir de ahí, busqué a quien trabajaba sobre proyectos arquitectónicos lejos de la típica inmobiliaria con un gran negocio detrás.

  • ¿Cómo te aparece la inquietud de vivir la vejez de forma autogestionada?

    Autogestionada, solidaria, comunitaria, colaborativa, activa, básicamente significativa… Me surgió la necesidad a partir de mi historia personal. Mi madre, después de cuidar a mis abuelos y mi padre, me dijo —y se me grabó a fuego—: “haz que me cuiden, pero no me cuid vosotros, que cuidar mata”. Yo tenía claro que no pensaba ir a una residencia, ni que mi hija se hiciera cargo de mí. Y para llevar a puerto esta idea, debíamos inventarnos algo nuevo.

  • ¿Cómo ha sido abrir camino, y empezar de cero?

    Hemos picado mucha piedra desde hace 8 años. Hemos tenido pocos referentes y ha sido duro. En cuanto a la infraestructura dura, buscamos solar y desde el principio queríamos que fuera público y que fuera en la ciudad de Barcelona. Ha sido una locura moverse por el organigrama municipal, tocar las puertas que tocaba, insistir… Convencimos a todo el mundo desde el principio, pero fue muy difícil llegar a acuerdos. Nos movemos por muchos terrenos: vivienda, derechos sociales, atención al envejecimiento, economía social y solidaria, y esto hace que las puertas no sean nunca obvias.

  • Pero, finalmente, el día 27 de març firmó con el ayuntamiento el derecho de superficie de los dos solares en la Vía Augusta.

    Costó mucho a nivel burocrático. La firma se retrasó porque tuvimos que negociar todo un anexo, puesto que al ser suelo público debe ser muy estricto con los cumplimientos de los criterios de vivienda de protección oficial y éstos no están pensados ​​para personas mayores que se quieren autogestionar los cuidados. Tuvieron que tenerse en cuenta nuestras circunstancias y realizar algunas adaptaciones para albergarnos al reglamento, ya que somos personas que tenemos la necesidad de envejecer mejor y diferente, pero no somos personas que estemos en riesgo residencial.

  • ¿En qué punto se encuentra ahora mismo? ¿Cuáles son los retos inminentes?

    El proyecto arquitectónico definitivo se presenta en breve. La idea es que las obras empiecen en breve. En cuanto al grupo, estamos cogiendo gente a partir de las sesiones de divulgación y tenemos inscripciones abiertas en períodos concretos. Somos 25 personas y debemos ser 39, por una cuestión de densidad, por normativa y también motivos económicos.

  • ¿Qué condiciones deben cumplirse para entrar en el proyecto?

    Primero, las personas deben ser o hacerse socias de Sostre Cívic. Estamos buscando personas entre 55 y 69 años, porque como llevamos 8 años con el proyecto, los que estamos desde el principio hemos ido envejeciendo y ya hay algunos que pasan de los 70. Nos dividimos por franjas de cinco años para que haya un porcentaje de personas de cada edad. De hecho, la mayoría cubrimos las franjas de 64 para arriba. También existe una lista de espera para todas aquellas socias que ahora no puedan entrar, pero se puedan incorporar cuando haya una baja.

    Por otra parte, hay un límite económico por arriba y por abajo: los ingresos mensuales de una persona no pueden hacer que la media de todos los ingresos supere lo marcado por la vivienda de protección oficial. Otro condicionante es que si tenemos una vivienda en propiedad debemos ponerla en la bolsa de alquiler social de la ciudad de Barcelona, ​​o la podemos alquilar a alguien que esté en el registro de solicitantes de vivienda social.

  • ¿Cómo se organiza?

    Al principio, ¡un poco a la babalà! Pero al inicio contamos con un acompañamiento por parte de Fil a l’agulla, El nos hablaron de gobernanza y organización y decidimos montar comisiones. Tenemos cinco: comunicación externa, comunidad, economía, proyecto arquitectónico y gobernanza. Luego tenemos grupos transversales, como el de cuidados.

  • Se han acercado a vosotros sociólogos, psicólogos, arquitectos, antropólogos, comunicadores... ¿por qué el proyecto genera tanto interés?

    Por un lado, existe una cuestión generacional. Las personas del del baby boom de los años 50-70 ahora estamos envejeciendo. Somos gente que hemos trabajado por el derecho a los divorcios, por los abortos, para todas las libertades posibles. Y ahora, queremos tener un envejecimiento distinto y decidir hasta el final. Y las mujeres hemos cambiado de visión. En el grupo sólo hay dos varones. Que no se hayan acercado más hombres es significativo porque parece que a la mayoría no les importa su envejecimiento porque siempre tienen a alguien que los cuida, o eso creen.

  • ¿Cómo se ha concebido el proyecto arquitectónico?

    Can 70 siempre ha sido un proyecto de envejecimiento que requería una vivienda. Empezamos con un taller participativo y ya hemos decidido bastantes cosas: si queremos espacios más o menos compartidos, si queremos espacios de paso muy colaborativos o poco, etc.

    Surgió la propuesta de vivir en lo que llamamos "unidades de agregación", por una reducción de los espacios previstos. Ahora nuestro proyecto tiene dos modalidades de vivienda: una es la convencional, y después tenemos espacios de 30 metros, que tienen casi lo mismo menos la cocina, que es de 50 m² compartida entre 3, 4 o 5 pequeños espacios. Y sorprendentemente, enseguida se llenaron los espacios convencionales. Esto es muy curioso.

    Proyecto de Peris-Toral

  • ¿Cómo planteáis la última etapa de la vida?

    Éste es un gran tema que ponemos sobre la mesa constantemente. Está previsto no tener que salir para ir a una residencia, y nos hemos centrado bastante en el tema de las prestaciones, que será muy importante. Debemos mirar que sea sostenible. Hay quienes están muy preocupados por los cuidados de 24 horas al final. A mí esto no me importa, yo tengo un documento de voluntades anticipadas, y no quiero cuidados 24 horas. Pero claro, cada persona debe poder vivir como quiera hasta el final. Aún faltan nuevas incorporaciones en el proyecto.

  • ¿Crees que harían falta más ayudas?

    Sí, absolutamente. Ahora han llegado ayudas por la construcción, pero todo es más complicado cuando se habla de cuidados. Cuanto mayor te haces, más necesitas que alguien te ayude y, por tanto, necesitas más dinero para pagar en estas personas, que a su vez tienen todo el derecho a cobrar un sueldo digno.

  • ¿Cómo valoras la vida comunitaria? ¿Qué crees que aporta de positivo?

    Yo creo que la vida comunitaria permite vivir y no sobrevivir. Yo quiero participar y decidir, yo quiero convivir. Para mí es imprescindible. Hay un tema de soledad, que no es mi caso, pero hay personas que, sobre todo, no quieren una soledad no deseada.

  • ¿Cuesta plantearnos el envejecimiento y la muerte?

    Yo me puse en el proyecto con 55 años, ahora tengo 62. Pero creo que hay pocas personas que en la cincuentena tengan interés por su envejecimiento. Ahora hay gente de 50 años que tiene adolescentes en casa que no se pueden plantear marcharse. Lo cierto es que bastante cuesta la vida cotidiana para pensar en una futura etapa vital.

    Creo que cuesta mucho más pensar si no has visto cosas que a ti no quieres que te pasen. Ahora tenemos en Barcelona elAnna Freixas, psicóloga especializada con mirada feminista en el tema de gerontología. Tiene muy buen discurso sobre el cambio de marco mental que debe hacerse sobre el envejecimiento. Nos lo tenemos que replantear: ¡tenemos 30 años o más por delante desde que nos jubilamos! No todo es productividad en esa vida.

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