4.10.2023

Sindicalismo y cooperativismo levantan la primera piedra de una nueva cultura del derecho a la vivienda

Puede recuperar el acto en vídeo en YouTube.

Sostre Cívic y el Sindicato de Alquiladoras presentan su acuerdo con el objetivo de construir una alternativa a la propiedad inmobiliaria.

El primer debate entre ambas entidades esboza una agenda compartida con el horizonte de cooperativizar blogs de inquilinos en lucha.

El pasado jueves, 28 de septiembre, la sede social del Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona (Reina Amàlia, 38) acogió el acto de presentación del primer acuerdo entre el cooperativismo y el sindicalismo por el derecho a la vivienda. Sostre Cívic y el Sindicato de Inquilinos presentaron el marco de su primer acuerdo, que une ambas bases sociales en una colaboración estable destinada a consolidar la lucha por el acceso a una vivienda digna.

Esta alianza histórica en nuestro país entre el cooperativismo y el sindicalismo de vivienda se ha producido ya en otros países, que cuentan con una larga trayectoria en la defensa y promoción de vivienda asequible. Pero en Cataluña, este pacto ha llegado cuando los dos movimientos se encuentran en una fase relativamente prematura: el Sindicato de Alquiladoras sólo cuenta con 7 años de vida y Sostre Cívic (aunque como entidad tiene 20 años) sólo hace 8 que impulsó su primer proyecto de vivienda cooperativa. Esta voluntad precoz de andar juntos se explica por la necesidad de levantar una alternativa para revertir la priorización histórica (casi monopolística) que se ha hecho en España del modelo de propiedad inmobiliaria. Ser propietario se ha impuesto como la única aspiración por alcanzar el derecho a la vivienda. Carme Arcarazo, portavoz del Sindicato de Alquiladoras, dijo denunciar así que el fomento de una sociedad de propietarios se ha hecho a expensas "de borrar del mapa otros imaginarios de tenencia" cómo es la vivienda cooperativa en cesión de uso.

Acerca del acuerdo, la portavoz del Sindicato explicó que uno de los puntos centrales es la figura del afiliado-colaborador. Todas las socias de la cooperativa se contarán, a partir de ahora, como miembros del Sindicato. Este aumento de la representación permitirá al sindicato tener más fuerza frente a organizaciones de propietarios e instituciones, a la vez que fomentará la afiliación entre los cooperativistas. Este modelo de colaboración encaja en la línea del Sindicato de transformar conflictos individuales en conflictos colectivos, organizando a inquilinos por blogs o por estar sujetos a una misma propiedad. “Uno de los primeros hitos que nos podemos proponer a partir de hoy es estudiar la viabilidad para que estos blogs que ahora mismo están en lucha contra un aumento de precio puedan llevar la lucha un paso más allá y se encaminen a cooperativizar su blog ”, aclamó.

Yabel Pérez, miembro del Consejo Rector de Sostre Cívic, presentó la cooperativa a las afiliadas del Sindicato. Con más de 1300 socias, 170 ya en convivencia y cerca de 400 viviendas en marcha en los próximos años, hizo valer la autoorganización en base a la propiedad colectiva como alternativa al mercado privado, pero también a las carencias de administración, para garantizar el derecho a la vivienda. Que la gestión de los activos inmobiliarios esté en manos de sus propios usuarios, es la forma más eficaz de evitar la especulación y priorizar los intereses de la comunidad. También añadió que el trabajo de la cooperativa va más allá de hacer viviendas: “se trata de construir comunidades de apoyo mutuo enredadas con los barrios y el entorno que les rodea; al levantar viviendas de bajo impacto ambiental y resilientes al cambio climático, en proyectos de movilidad sostenible compartida y en consumo consciente”. Es en esta lógica, explica, que desde la cooperativa apuestan por hacer crecer las alianzas con los movimientos por el derecho a la vivienda.

¿Qué pueden aportar mutuamente sindicalismo y cooperativismo?

Las presentaciones de ambas entidades dieron pie a la ponencia de lorenzo vidal, investigador en políticas públicas de la UNED y experto en cooperativismo de vivienda, quien introdujo el debate sobre qué pueden aportarse mutuamente cooperativismo y derecho a la vivienda según diferentes experiencias internacionales de más larga trayectoria. 

La primera idea que, según Vidal, hay que compartir entre los dos movimientos es el horizonte de dejar de ser inquilino. Sin ese horizonte, el sindicalismo puede acabar convirtiéndose en ser meras organizaciones defensivas y corporativistas. Es necesario construir nuevos imaginarios para borrar la propiedad inmobiliaria del horizonte aspiracional del inquilino. En este sentido, el cooperativismo puede aportar al sindicalismo su experiencia en la construcción de infraestructuras de propiedad colectiva y gestión popular. Va poner como ejemplo el movimiento cooperativista de Uruguay, que durante la dictadura fue clave para levantar espacios de resistencia en los locales comunitarios de sus viviendas.

Por otra parte, el sindicalismo es necesario que impregne al cooperativismo su cultura y práctica militante "en un contexto en el que las relaciones dominantes son las del mercado y la propiedad". Y volvió a poner de ejemplo Uruguay, donde los cooperativistas durante su larga trayectoria han desarrollado todo un repertorio de protesta, desde las ocupaciones de tierras hasta las huelgas de pagar intereses abusivos, para que las administraciones cedieron recursos públicos a cooperativas para facilitar su asequibilidad y acceso a la población de bajos ingresos. Otra contribución muy importante que puede hacer el sindicalismo al cooperativismo es reforzar "la subjetividad como usuarios de vivienda" y evitar que la balanza se incline hacia algo parecido a ser comunidades de propietarios, por muy colectiva que ésta sea. La experiencia, sobre todo en países nórdicos, demuestra que en muchas ocasiones los cooperativistas acaban tratando el patrimonio cooperativo como exclusivamente suyo y no como un patrimonio común donde el resto de la sociedad tiene derecho a no ser excluida.

Más allá de Uruguay, Vidal puso también a Dinamarca como referente para reflejarse, donde en poco menos de 30 años el 30% del stock total de viviendas de una capital como Copenhague pasaron a ser cooperativas "sin necesidad de levantar un movimiento revolucionario". Esto fue gracias a una agenda política de medidas compartidas entre movimiento por el derecho a la vivienda y el cooperativismo, que hizo que el rendismo de los propietarios no les saliera a cuenta y se desprendieran de sus propiedades a un precio asequible: fuerte regulación de los precios, presión para rehabilitar inmuebles, derecho de tanteo a inquilinos de bloque, etc. De acuerdo con esta experiencia, en Cataluña "es necesario que el cooperativismo se haga suyas las reivindicaciones del sindicalismo como la regulación de los alquileres, no como solidaridad con el movimiento, sino por interés propio compartido" y también ser conscientes de que la nueva construcción es una vía limitada para expandir el modelo de cesión de uso. Es necesario ampliar el derecho a tanteo y retracto para rehabilitar propiedades privadas en desuso y prohibir la división horizontal de la propiedad. 

Posteriormente, estas y otras vías se compartieron y profundizaron en un corto pero intenso debate, donde cooperativistas y sindicalistas dejaron constancia de un incipiente entusiasmo en las nuevas oportunidades que abría esta nueva alianza en el ámbito de la vivienda. Sin embargo, todavía hay desafíos por superar, como la necesidad de mayor apoyo y reconocimiento público para garantizar la asequibilidad de la vivienda cooperativa asequible a amplias capas de la población. En cualquier caso, la primera piedra de una nueva cultura por el derecho a la vivienda ya está levantada.