30.03.2021

Chus Ezquerra: "Hay un camino muy largo para seguir avanzando en cuanto a la perspectiva de género en la vivienda, en casa debe predominar la igualdad"

Es una de las primeras socias de Sostre Cívic y ahora es residente de Princesa 49, situado en el barrio del Born, en pleno centro gentrificado de Barcelona. Un proyecto de vivienda cooperativa en cesión de uso pionero en Cataluña. Chus nunca ha creído en la propiedad privada y siempre ha estado muy vinculada al feminismo, ahora es coordinadora voluntaria a la Fundación Ana Bella de mujeres supervivientes de violencia de género.

Fotografía: Clara Pont

¿Cómo decidiste vivir en una vivienda cooperativa?
Soy de Montcada i Reixac y por aquel entonces tenía que casarme en el pueblo, vivir en el pueblo porque, claro, tú de aquí no te movías… No podíamos ni ir en tren solas ni con amigas a Barcelona. Una vez que iba con mi madre por el centro y pasamos por delante de una librería y vi una bola del mundo. Me obsesioné tanto que al final me tuvieron que comprarla. Me veía en un espacio muy pequeño en comparación con el mundo, que era enorme. Y yo quería verle, vivirlo. Me independicé con 23-24 años. No quería tener una vivienda de compra y, antes, no tener una vivienda comprada, estaba mal vista. Y yo decía que si me compraba un piso, no podría viajar… y me fui de alquiler. Trabajaba en una empresa de administrativa y así empecé. No quería tener propiedades porque me sentía un espíritu libre, creía que a más propiedades, más vínculos.

¿Y qué hiciste después?
He viajado por muchos países, pero Etiopía me cambió la vida. La fuerza que tienen esas mujeres es increíble… Siempre pensaba que si ellas podían, yo también. Ves que gente que no tiene nada, es feliz. Decidí que no quería vivir más en una sociedad de consumo: tenemos de todo más de lo que necesitamos. También decidí que quería trabajar con temas de mujeres e hice un Máster en Dirección de Entidades No Lucrativas. Estaba viviendo en un piso del Eixample muy grande y tenía que alquilar habitaciones porque iba subiendo el precio y era demasiado para mí. La presidenta de la fundación en la que empecé a trabajar me dijo que conocía a un chico, Raül, que estaba en una cooperativa de vivienda. Me lo presentó y fui de las primeras socias de Sostre Cívic. Princesa 49 es pionero en Cataluña.

¿Qué es para ti la vivienda cooperativa como concepto?
Es una opción más segura que la del alquiler, porque a veces te lo suben tanto que después tienes que irte, como me pasó a mí. La conciencia cooperativista debe ser muy solidaria, muy empática con sus vecinos. Estamos en una sociedad donde lo que predomina es el jo desde una perspectiva muy capitalista: yo pienso, yo opino… Entrar en una vivienda así es compartir, es ceder, es empatizar con tus vecinos. Es un sistema de vida más familiar, aparte de que cada uno tiene su espacio privado, pero se depende mucho de los demás.

¿Qué ventajas tiene?
Esta vivienda tiene muchas ventajas, te da seguridad, no te pueden echar, no te pueden aumentar el derecho al uso, al contrario… ¡cuando pagamos lo que supuso la reforma bajará de precio! Trabajamos con la banca ética también. Todo esto te da mucha tranquilidad, pero todavía hace falta mucha mentalidad. La vivienda mueve mucho dinero y los ayuntamientos deberían ceder más terrenos para…

¿Cómo crees que la distribución de la casa influye en que la vivienda sea más o menos feminista?
Las cocinas deben ser abiertas, que no sean cerradas y pequeñas… un espacio mucho más compartido, como la mía. Aquí vienen mis amigos y si hacemos almuerzos o lo que sea tengo la mesa grande y estamos todos colaborando en vez de yo en la cocina cerrada y ni disfrutar de la compañía… La configuración del espacio de una vivienda convencional de a veces tiene entradas con muchos rincones y se ha comprobado que en este tipo de entradas te pueden violar.

¿Qué hace falta, pues, para que haya perspectiva de género en una vivienda?
Para que exista perspectiva de género en una vivienda hace falta mucha concienciación, incluso en las viviendas de tipo cooperativista. A veces, nos dejamos llevar demasiado por el sistema capitalista de vivienda y aquí deben hacerse sacrificios. Yo ahora estoy encargada con la del quinto del tema de la limpieza. Organizarse así comporta empatizar con la otra persona: tener tiempo para coordinarse, etc. Tener voluntad para hacer las cosas… Esto por la parte interna, pero desde luego debe existir perspectiva de género a escala general. En las casas se materializa, pero ¿y para acceder a una vivienda? Lo tiene mucho más fácil el hombre que la mujer porque tiene salarios más altos, no tiene una educación en roles como la que nos han dado a las mujeres: la que lava, la que cocina, la que limpia, la que cuida a los niños , a los padres, a los suegros… Todo esto está muy vinculado con la vivienda.

¿Qué hace falta para avanzar como sociedad en lo que respecta a la vivienda y al feminismo?
Tienen que pasar muchas cosas: que las mujeres tengan el mismo salario, los mismos conocimientos que los hombres… Hasta que en las parejas no haya una conciliación y una perspectiva de género igualitaria es muy difícil también el acceso a la vivienda porque la mujer depende mucho del hombre, ella debe cogerse la baja, cuidar a los niños si tienen algún problema… Luego ellos se cansan porque ya no eres la misma, claro… si estás todo el día trabajando o con los niños! No existen viviendas para las mujeres que han sufrido violencia de género. Hay un camino muy largo para seguir avanzando en cuanto a la perspectiva de género en la vivienda, en casa debe predominar la igualdad.

¿Qué perspectiva feminista existe en Princesa 49?
Al principio no llevábamos perspectiva feminista, pero yo ya tenía esa condición innata en mí. Los demás lo acaban viendo porque la vivienda cooperativa ya es eso. Se establecieron los grupos que iban por número de socios. El proceso fue muy duro porque claro, cada persona es cómo es y cada uno tiene sus prioridades. Como es una forma de hacer muy democrática, debemos ponernos de acuerdo con todo.

¿Y cómo es la cooperación en su grupo?
La pandemia de la Covid-19, por ejemplo, la estoy trayendo genial gracias a ellas. Tengo problemas de arritmia y he tenido que vigilar y me han ayudado un montón: con la compra, nos damos cosas que cocinamos a veces como pasteles, caldos… Compartimos las tareas por grupos, cada una se reserva los espacios comunes si los necesita, avisa con tiempo y ya está. Cuidamos a las niñas que tienen algunas, si hace buen tiempo subimos a la terraza con el solito, si alguna tiene problemas con algo, nos apoyamos… ¡Lo que convenga! Es muy familiar. Aparte, las familias existentes son muy igualitarias: tanto él como ella lo comparten todo y lo hacen todo por igual. La vivienda cooperativa ya te sitúa en esa mentalidad.